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LAS OTRAS PANDEMIAS

Seguro que ustedes, al igual que muchos de los sufridos oyentes de los ahora numerosos mensajes oficiales que nos hacen llegar nuestras autoridades sanitarias y, en general, los poderes públicos, se habrán preguntado si todo esto era necesario y si nuestra obligación, como ciudadanos de pro era escucharlos, difundirlos y cumplirlos, en la parte que nos correspondiera, o simplemente, dejar que nos entraran por un oído y que salieran por el otro. La respuesta me la ha dado una doctora muy ducha en estas cuestiones del comportamiento. Las autoridades, ante situaciones graves, como las que estamos viviendo, están obligadas a “sobreactuar”, o lo que es lo mismo, exagerar un poquillo. De lo contrario corren el riesgo de que la ciudadanía les tache de perezosos, de dejados, de no interesarse por las cosas que preocupan a la sociedad y a su bienestar. Bueno pues ahí tienen ustedes la explicación a ese torrente de actuaciones de nuestros gobernantes. Lo hacen para que no les tachemos de despreocupados, de frívolos, que no se ocupan de los males que afligen a la ciudadanía.